lunes, 27 de febrero de 2012

"El 90% de la gente es comunista sin saberlo"

Me mandaron hace no mucho este artículo por correo, y me ha parecido muy esclarecedor de una realidad que muchos se aferran a negar. Es un poco largo, pero sin lugar a dudas vale la pena leerlo.


"El 90% de la gente es comunista sin saberlo - sostiene en este artículo Manuel M.Navarrete - Sé que podrá sonar a afirmación excéntrica para llamar la atención. Nada más lejos de mi intención.Supongamos que somos astronautas y descubrimos un pequeño planeta. Este planeta está habitado por una especie de seres, algunos de los cuales son verdes y otros azules, aunque todos se alimentan de bananas (...)

"Es nuestra solución final, un nuevo Auschwitz invertido en el que en lugar de encerrar a las víctimas, nos encerramos nosotros a salvo del arma de destrucción masiva más potente de la historia: el sistema económico internacional".

Carlos Fernández Liria

       El 90% de la gente es comunista sin saberlo. Sé que podrá sonar a afirmación excéntrica para llamar la atención. Nada más lejos de mi intención.

       Supongamos que somos astronautas y descubrimos un pequeño planeta. Este planeta está habitado por una especie de seres, algunos de los cuales son verdes y otros azules, aunque todos se alimentan de bananas. Lo que pasa es que sólo hay cinco bananeras en todo el planeta. Cuatro de ellas están están en la zona donde viven los 90 verdes; la quinta, donde viven los azules, que son sólo 10. Sin embargo, los 90 verdes (que se mueren de hambre) trabajan para los 10 azules (que, para colmo, viven en la opulencia).

       Supongamos que volvemos a la Tierra y hacemos una encuesta. ¿No están seguros de que, como poco, el 90% de los encuestados pensaría que esa situación es injusta y abominable? ¿No están seguros de que al menos nueve de cada diez encuestados serían razonablemente partidarios de colectivizar las cinco bananeras, puesto que de este modo nadie tendría que morir de hambre en pos del disfrute ajeno?

      Cualquier persona que piense esto; cualquier persona a la que le parezca inmoral e incluso nazi la postura del 10% restante (que he dejado por margen de error, más que por otra cosa) es ya comunista sin saberlo.

      Porque nosotros vivimos en ese mundo de los verdes y los azules (aunque los colores aquí sean otros...). Pensémoslo. ¿Cuánto petróleo, oro, diamantes, coltán o plata tiene España? Prácticamente nada. En cambio, ¿cuánto tienen África o Latinoamérica? Inmensas reservas. ¿Cómo es posible, entonces, que allí estén peor? ¿Quizá algo inherente a su raza? ¿O tal vez elaboran Constituciones más imperfectas que la española y ello les lleva misteriosamente al hambre? ¿No tendrá algo que ver el hecho de que, hace unos siglos, esos países fueran esclavizados por nosotros? ¿Será también casualidad que, cada día, nuestras multinacionales sigan explotando sus recursos y reinvirtiendo los capitales aquí, en la metrópoli?

       Incluso la FAO (la organización específica de la ONU ocupada de asuntos alimentarios) reconoce que este planeta es capaz de abastecer a más del doble de su población. Incluso el Global Footprint Network (California) demostró matemáticamente que el nivel de vida de un país como España es imposible de generalizar a todo el planeta (harían falta tres planetas Tierra para ello).

       Dado que sólo disponemos de un planeta Tierra, ¿cómo justificaremos nuestro derecho a vivir por encima de otros pueblos, si no es mediante tesis supremacistas? Si mi nivel de vida es imposible de generalizar a cada ser humano del mundo, no puedo defenderlo como argumento de nada, porque es sencillamente defender un privilegio.

       Según ese mismo estudio, hay otros países cuyo nivel de vida sí es sostenible para el planeta, pero en ellos existen situaciones de miseria y muerte de hambre. Existe un único país en el mundo (insisto: sólo uno) que cumple al mismo tiempo los requisitos de sostenibilidad y bienestar, sin muerte de hambre: Cuba.

      Así pues, el único modelo económico que cabe defender sin estar defendiendo privilegios es el cubano. Se piense lo que se piense de su modelo político, lo que acabo de decir es irrefutable, por un motivo bastante sencillo: no es una opinión. Cuando un profesor explica en la pizarra que dos más dos son cuatro, no está diciendo que su opinión sea que dos más dos son cuatro. Lo que yo acabo de escribir tampoco se sitúa en el terreno de las opiniones. No está por encima ni por debajo de ellas, tampoco a su izquierda o a su derecha. Sencillamente está en otro plano completamente diferente: el de los hechos objetivos.

        Si hay recursos sobrados para abastecer a todos pero no se hace; si, además, mi nivel de vida no es generalizable a todo el planeta; si, para colmo, las zonas más ricas en recursos son otras y precisamente las más hambrientas, entonces ¿cómo negar que estoy viviendo a costa de la explotación de quienes no están abastecidos? Es lógica matemática, ¿cómo refutarla? No se trata de superioridad intelectual, sino de que yo, con mayor o menor suerte, al menos busco la verdad, y no la justificación de intereses espurios.

     El quid de la cuestión está en que el hambre no es producto del mal funcionamiento del sistema, sino del buen funcionamiento del sistema. La concentración creciente de los recursos es inherente a la propia lógica del sistema económico capitalista. Por eso éste asesina a 40.000 personas de hambre cada día, una por una. En otras palabras, cada día hay doscientos 11-M en el mundo, pero de hambre. ¿Por qué nos importará tan poco? ¿Será precisamente porque sospechamos miserablemente su causa y, en lugar de comunistas sin saberlo, somos nazis sospechándolo?

       Nos han escamoteado el verdadero debate: ese es el problema. Nos lanzan cien patrañas sobre Cuba (que no hay elecciones, que las hay pero sólo pueden presentarse los del PC, que viven peor que el resto de Latinoamérica, que no tienen permiso para opinar, que su prensa es menos libre que la que controlan multinacionales como PRISA...) para que nos dediquemos a rebatirlas y, agobiados, no demos abasto. También -y aquí hemos fallado nosotros- nos centramos con frecuencia en debatir sobre el pasado, o nos obcecamos en interminables discusiones terminológicas, sin estar tan en desacuerdo como de ese modo hacemos ver.

          El verdadero debate no va por ahí, y debemos intentar recuperarlo. Aunque se demostrara que lo que las multinacionales mediáticas afirman sobre Cuba es cierto; aunque se demostraran cosas mil veces peores, yo seguiría siendo partidario de una economía socialista, por sentido común. Es irracional permitir que con los medios fundamentales de vida se hagan negocios privados, y no hay nada en la economía socialista que la haga inherente a políticas más represivas que las aplicadas por países capitalistas. La Alemania nazi era un país capitalista y asesinó a millones, por no hablar de los EEUU (Vietnam, Irak...) o -como dijimos- de las víctimas cotidianas del hambre.

      Si soy comunista (o anarquista, o anticapitalista), no es por una cuestión ideológica a priori; tampoco porque me apasione la política (prefiero el ocio). Sino por una cuestión racional y a la vez moral: es la única opción que me permite conservar la dignidad como ser humano. Porque un privilegio puede ser placentero, y muchas cosas más, pero es por definición indigno. Como también lo es buscar mil excusas para no alzar al menos la voz contra semejante genocidio silencioso una vez que se hace innegable (por ejemplo, los pretextos torremarfilistas que exigen la perfección a quienes sí se oponen, como si la pasividad no fuera de entrada mucho más imperfecta).

         En las películas de Ciencia-Ficción, los extraterrestres suelen retratarse superdesarrollados sólo tecnológicamente. Supongamos que algún día nos visitaran, pero estuvieran también superdesarrollados éticamente. En ese caso, lo primero que harían sería realizar estadísticas parecidas a las de la FAO y el Global Footprint Network, y seguramente, con cara extrañada, nos preguntarían: perdonad, pero... ¿qué estáis haciendo? ¿Qué clase de seres sois? Aquí hay comida para todos, ¿cómo es que una minoría vive en la opulencia mientras la mayoría se muere de hambre? Lo mismo dirían Jesucristo y Mahoma, si Dios existiera y les permitiera volver.

         Si ese día llegara, me gustaría que no se me tuviera que caer la cara de vergüenza; me gustaría poder decirles: yo siempre me opuse a esta barbarie. Y el único modo de hacerlo es siendo comunista.

De Rebelión

(*) Manuel M. Navarrete
es profesor de Lengua y Literatura. Licenciado en Filología Hispánica, Máster en Profesorado y Máster en Estudios Americanos por la Universidad de Sevilla (Andalucía). Activista de los movimientos sociales y del sindicalismo alternativo y de clase. Pesimista de la razón y optimista de la voluntad.  Amigo de la Revolución Cubana y de los procesos emergentes y antiimperialistas en América Latina, realiza sus estudios de doctorado sobre la figura de José Carlos Mariátegui. Enemigo de la Ley de Partidos y de toda la legislación represiva. Ha participado como coautor en los libros "Bolonia no existe" (Hiru) y "Sastre, compañero" (Txalaparta).


domingo, 12 de febrero de 2012

No me da la gana

Siempre me ha rondado por la cabeza nuestro legado. El legado que nos han dejado nuestros padres, nuestros abuelos, y demás familiares. Nos toca vivir un momento histórico sin igual. Vivimos en la época más dura para la humanidad. Sí, no estoy exagerando, lo digo completeamente en serio y ahora veréis por qué.

Vivimos en un mundo sin esperanzas de cambio, la gente sólo aspira a ganar dinero y subir su propio nivel de vida sin pensar ni un solo momento en los que le rodean, creo recordar que avaricia y egoísmo llaman a eso. Nos han dejado un mundo que agoniza, asfixiado por los gases de efecto invernadero. Quemado, mutilado, extirpado por nuestro consumismo imparable.Vivimos también en un mundo donde casi la mitad de sus habitantes mueren de hambre, y como si esto ya fuera poco, la gente lo toma como algo de lo más normal, sin importancia, autojustificándose en muchísimos casos, en la legendaria frase: "no podemos hacer nada por ellos, el mundo es así de duro".Pues déjenme decirles que a mi no me da la gana dejar que esto siga así.

Me duele pensar que quizás tenga que explicarle a mi hijo por qué tengo que trabajar catorce horas, o que por que se tiene que quedar a cuidar a su hermana en casa en lugar de ir a estudiar como los niños ricos. O explicarle la razón de por qué, en el peor de los casos,  por qué no existe ningún bosque en pie, ningún valle, ningún río, o para los más catastrofistas, por qué no se puede salir a la superficie.

No pienso permitir que mis hijos, cuando los tenga (si este mundo agonizante sobrevive hasta entonces) vean un mundo como el que yo veo hoy en día. No quiero que tengan la sensación de impotencia que experimento cada vez que veo al capitalismo campar a sus anchas y lavarse las manos ensangrentadas con el agua de la democracia. No me da la gana  que sufran como yo, al pensar en cuántos que sienten como yo, que aman como yo, que miran como yo, que trabajan como yo, que viven como yo no pueden ejercer su derecho a la vida, su derecho a la existencia, el derecho más inviolable de todos, porque una pandilla de multimillonarios deciden explotar los recursos de su país. No quiero que sientan la amargura de pensar en cuántas personas  habrán dado sus vidas por cambiar el mundo, y casi parece que en vano. No me sale de los cojones permitir que esto siga así. Porque no y punto.

No quiero que se hagan la misma pregunta que yo. ¿por qué mis padres me han dejado este mundo tan destrozado?
Y como la única opción para que eso no ocurra es luchar contra el capitalismo, que enferma, que mata, que mutila el planeta. Que se denomina democracia a pesar de los cientos de millones que ha dejado a su paso. Les prometo desde aquí a mis futuros hijos, da igual cuándo los tenga, que lucharé por dejarles un mundo mejor. A ellos y a todos los seres humanos posibles.

jueves, 9 de febrero de 2012

La involución libia

Todos sin excepción hemos sido testigos de los cambios políticos que se han sucedido a lo largo y ancho del continente Africano y parte de Oriente Medio. Los pueblos se han rebelado contra sus opresores en lo que se llama “La primavera árabe”, y que ha obligado a muchísimos líderes como el de Túnez o el de Egipto a dimitir y ceder a los reclamos populares. Sin embargo un malvado genocida, nos informaron nuestros amigos demócratas que invadieron Irak y Afganistán, estaba masacrando a su población a sangre fría como consecuencia de sus protestas pacíficas. Obviamente como todos sabrán hablo de Muammar Al-Gadafi y de Libia.

El comienzo de todo

Recuerdo con mucha claridad como hace más o menos un año nos llegaron noticias de diferentes periodistas y países informando que Gadafi estaba bombardeando a su población para intentar parar las protestas. Increíblemente, de ser un amigo de su señoría Don Juan Carlos, del señor Zapatero, del señor Sarkozy, se convirtió en el peor de los dictadores del Norte de África. De ser un completo desconocido ante la opinión pública, en cuestión de semanas pasó a ser el hombre más odiado y criminalizado en todos los medios de comunicación. ¿Por qué este repentino cambio?
El malévolo Gaddafi, tras la caída del bloque soviético tuvo que buscar nuevas formas de comerciar y aceptó que distintas empresas petroleras entraran en Libia, así como muchas otras entidades. Todos los presidentes de los países democráticos estaban muy contentos con la democracia que había en Libia. Al menos hasta que Gadafi dijo basta.

Las razones

De repente un día propuso nacionalizar el petróleo libio y entregar el dinero de ese mismo petróleo a su dueño, el pueblo libio. Esto fue la gota que colmó el vaso para occidente, y los mismos demócratas que antes se veían con él y le apreciaban. Decidieron que era un dictador y procedieron a invadirle, con el pretexto de que estaba masacrando a su población. Ignoremos que no existiese ni una sola prueba de dichas masacres, ni una sola imagen, ni un solo testimonio contrastable, nada. Eso no importa ya que nuestros fieles medios de comunicación tienen poderes telepáticos para averiguar qué pasó en Libia sin tener fuentes.

El Consejo Nacional de Transición


Por otro lado se creó el CNT, Consejo Nacional de Transición, que buscaba llevar la democracia a Libia y derrocar al vil tirano de Gadafi. Ahora bien, llámenme tiquismiquis, conspiranoico, quejica, pero cuando la primera medida de un grupo revolucionario es crear un banco perteneciente a una entidad financiera como Rotzchild, algo me deja con la mosca tras la oreja. Una mosca hembra y embarazada, porque a medida que avanzaba la guerra civil en libia, más cosas extrañas hacían estos revolucionarios. En aquellas ciudades que liberaban del opresor, de repente, quizás por arte de magia o quizás por un repentino blanqueamiento de la piel, todos los negros desaparecieron. Y de hecho los revolucionarios les tacharon de ratas del desierto, algo muy simbólico. Por otra parte declaraban que la mujer era un ser inferior. Odiaban a Gadafi, por cosas tan inmorales (según ellos)  como la igualdad que el impulsó en Libia, que era el único país de África del Norte donde las mujeres y los hombres tenían igualdad de derechos. O la libertad de religión. Obviamente las democracias no hacen eso, eso es propio de un dictador al más puro estilo castrista. También se quejaban de la precaria situación económica en Libia. Ignoremos que casualmente Libia, en plena crisis, tenía un superávit de miles de millones de dólares. Que la educación y la sanidad eran gratuitas. Que existían numerosas prestaciones sociales. Ignoremos el sistema de asambleas tribales y populares. Y cómo no, olvidemos que antes de Gadafi, Libia (en manos del Rey Idris I, cuya bandera es la misma que los revolucionarios han puesto en Libia de nuevo), era el país más pobre del mundo. Tras la revolución verde de Gadafi, y muchos años de lucha se garantizó una vivienda digna a cada ciudadano. Se pasó de una alfabetización del 23 % al 84%. Y cómo no, pasó de ser el país más pobre del mundo, al país con el mejor nivel de vida de África. En muchas ocasiones similar al de países europeos. Si ignoramos todo esto, sabremos que Gadafi era un vil asesino que solo buscaba enriquecerse. Pero sin embargo, si no lo ignoramos podremos tener una visión más acertada sobre la realidad Libia. Y veremos que la revolución que nos pintan no ha sido otra cosa que una involución.

¿La gente no apoyaba a Gadafi?


Supongo entonces que este millón de personas apoyándole, debo decir que son efectos ópticos.




PD: El CNT ha declarado la Sharia (Ley del Islam) como la ley nacional libia, una muestra más de la democracia que propugna occidente.

PD2: El 34% de las reservas petrolíferas de Libia son actualmente propiedad de Francia, desde que inició la intervención.


Bibliografía

http://www.Leonorenlibia.blogspot.com
http://www.leonorenlibia.com
http://www.noalaguerradelibia.blogspot.com/
http://www.telesurtv.net
http://www.elpais.es
http://www.kaosenlared.net
http://www.rebelion.org