Somos libres. No nos puede caber
duda alguna acerca de este simple hecho. Vivimos en un Estado de Derecho donde
se nos garantizan los derechos fundamentales que todo ser humano necesita para
vivir. Además, somos libres, podemos criticar todo lo que queramos al gobierno,
insultarles hasta la saciedad o meter un poquito de chorizo de Teror a modo
simbólico en el sobre para votar a modo de protesta, incluso salir a la calle y
hacer todo lo anterior en público
Lo cierto es que
cada vez que alguien me dice esto, o algo como eso, me pregunto anonadado, ¿en que país viven?
porque es un hecho abismal que ese país del que hablan no es España, ninguna otra "demogracia"
¿¡Cómo demonios es
eso de que se garantizan los derechos fundamentales que todo ser humano
necesita para vivir!? ¿Dónde el derecho a la vivienda digna? ¿Y el derecho al
trabajo? ¿Y el derecho a recoger los frutos de su PROPIO trabajo sin que nadie
se interponga en medio? ¿Y el derecho a la elección de su propio futuro?
No. Sin duda no vivimos
en un Estado de Derecho, por mucho que algunos "señorinos", o con
tendencia a serlo, traten de señalarlo como tal. En España, desde el inicio de
la crisis, la tasa de suicidios ha crecido a pasos agigantados. ¿Conocen los
casos de los suicidios recientes? Sí, hablo de esos mismos, en los que, ante el
inminente desahucio de sus viviendas, varias mujeres y un hombre (aunque
posiblemente existan más casos) se han suicidado en público. ¿Eran ellos libres acaso? No, sin duda alguna
no lo eran. Porque en ningún caso estos suicidios, y los demás que ha habido y que
seguirá habiendo, son tales. Hay que gritar alto y claro, como dice la
consigna, que no son suicidios, de lo que hablamos es de homicidios.
Por otro lado, se nos recuerda
constantemente, día sí, y día también, que hay vías “democráticas” para mostrar
nuestras quejas, criticar al gobierno y manifestarnos. Pero la cuestión es, ¿sirve
acaso de algo, en primer lugar, votar en las elecciones? No, puesto que todos
aquellos diputados de nuestro "amadísimo" país son, ni más ni menos, que los
administradores de los negocios de las mafias financieras de este país. Son las
marionetas de los empresarios, es decir, de los burgueses. ¿Cómo puede ser
democrático algo que no plantea alternativa o cambio real? Porque claro,
algunos dirán que sí que hay cambio. Tenemos el Capitalismo A, que es el PP, el
Capitalismo B, que es el PSOE y el Capitalismo C (que prefiero llamar capitalismo ciudadano) de
IU y otros partidos que pretenden, o mejor dicho, dicen pretender una reforma
del capitalismo para que este sirva a intereses humanos y no empresariales, cosa impracticable por la propia definición de capitalismo. En
cualquier caso, no hay alternativa alguna. Jamás la habrá “democráticamente”.
Porque los empresarios no son tontos, saben estructurar muy bien su sistema y
convertir una dictadura abierta en una supuesta “democracia”, que cuando un niño
de diez años va a una manifestación y ataca “ferozmente a los policías”, y varios
de estos le atrapan y le propinan una paliza, ya no lo es tanto. Y aun así habrá gente que dirá "seguro que es un anti-sistema radical de esos, de los de cócteles molotov y esas cosas". Claro que sí, un niño de 10 años tirando cócteles molotov con su familia el 14-N. Muy lógico. ¿Dónde queda la libertad si no hay alternativa?
Quizá quede en el derecho a manifestarse, me dirán aferrándose al último tumor argumentativo que les queda. ¿Qué libertad supone manifestarse avisando al gobierno del cual te quejas qué vas a hacer y dónde? ¿Quejarse de qué?
Lo peor de todo esto, es que las manifestaciones las convocan, mayoritariamente (que por suerte quedan sindicatos fieles al proletariado), los dos grandes sindicatos que, en su enorme auge revolucionario ceden derechos del trabajador a cambio de un lujito que otro. Y luego, si no les conceden los lujitos, van a ladrar como perros que son (con perdón a la fiel y bella rama canina) consignas que ni sienten ni sentirán jamás. ¿Cómo podemos hablar de libertad de manifestación, cuando esas manifestaciones ya programadas de antemano no van a conseguir nada? Salvo ver el descontento de la gente y sumar apoyos, claro está.
Lo peor de todo esto, es que las manifestaciones las convocan, mayoritariamente (que por suerte quedan sindicatos fieles al proletariado), los dos grandes sindicatos que, en su enorme auge revolucionario ceden derechos del trabajador a cambio de un lujito que otro. Y luego, si no les conceden los lujitos, van a ladrar como perros que son (con perdón a la fiel y bella rama canina) consignas que ni sienten ni sentirán jamás. ¿Cómo podemos hablar de libertad de manifestación, cuando esas manifestaciones ya programadas de antemano no van a conseguir nada? Salvo ver el descontento de la gente y sumar apoyos, claro está.
No, no hay duda alguna que la libertad no es un derecho concedido a los de abajo, a las clases populares. El campesino y el proletario deben ejercer una lucha intransigente, categórica y sin vacilaciones de ninguna índole contra su eterno enemigo, el capitalismo y la burguesía. No existirá jamás una libertad para el pueblo hasta que este conquiste el poder mediante los pocos mecanismos que el capitalismo agonizante le deje. Aunque mucho me temo, me gustaría que el mecanismo fuera plantar amapolas y rosas por el campo, no lo es. Poco a poco se irá mostrando a más gente que el único camino a la libertad, a la conquista de los derechos del pueblo, y aún más allá, al gobierno del pueblo, tan sólo podrá venir acompañado de la lucha que se dirija, como ya decía un gran revolucionario, hasta la victoria siempre. A pesar de que ese camino sea el más duro, es el único que la burguesía nos deja.