Somos libres. No nos puede caber
duda alguna acerca de este simple hecho. Vivimos en un Estado de Derecho donde
se nos garantizan los derechos fundamentales que todo ser humano necesita para
vivir. Además, somos libres, podemos criticar todo lo que queramos al gobierno,
insultarles hasta la saciedad o meter un poquito de chorizo de Teror a modo
simbólico en el sobre para votar a modo de protesta, incluso salir a la calle y
hacer todo lo anterior en público
Lo cierto es que
cada vez que alguien me dice esto, o algo como eso, me pregunto anonadado, ¿en que país viven?
porque es un hecho abismal que ese país del que hablan no es España, ninguna otra "demogracia"

No. Sin duda no vivimos
en un Estado de Derecho, por mucho que algunos "señorinos", o con
tendencia a serlo, traten de señalarlo como tal. En España, desde el inicio de
la crisis, la tasa de suicidios ha crecido a pasos agigantados. ¿Conocen los
casos de los suicidios recientes? Sí, hablo de esos mismos, en los que, ante el
inminente desahucio de sus viviendas, varias mujeres y un hombre (aunque
posiblemente existan más casos) se han suicidado en público. ¿Eran ellos libres acaso? No, sin duda alguna
no lo eran. Porque en ningún caso estos suicidios, y los demás que ha habido y que
seguirá habiendo, son tales. Hay que gritar alto y claro, como dice la
consigna, que no son suicidios, de lo que hablamos es de homicidios.

Quizá quede en el derecho a manifestarse, me dirán aferrándose al último tumor argumentativo que les queda. ¿Qué libertad supone manifestarse avisando al gobierno del cual te quejas qué vas a hacer y dónde? ¿Quejarse de qué?
Lo peor de todo esto, es que las manifestaciones las convocan, mayoritariamente (que por suerte quedan sindicatos fieles al proletariado), los dos grandes sindicatos que, en su enorme auge revolucionario ceden derechos del trabajador a cambio de un lujito que otro. Y luego, si no les conceden los lujitos, van a ladrar como perros que son (con perdón a la fiel y bella rama canina) consignas que ni sienten ni sentirán jamás. ¿Cómo podemos hablar de libertad de manifestación, cuando esas manifestaciones ya programadas de antemano no van a conseguir nada? Salvo ver el descontento de la gente y sumar apoyos, claro está.
Lo peor de todo esto, es que las manifestaciones las convocan, mayoritariamente (que por suerte quedan sindicatos fieles al proletariado), los dos grandes sindicatos que, en su enorme auge revolucionario ceden derechos del trabajador a cambio de un lujito que otro. Y luego, si no les conceden los lujitos, van a ladrar como perros que son (con perdón a la fiel y bella rama canina) consignas que ni sienten ni sentirán jamás. ¿Cómo podemos hablar de libertad de manifestación, cuando esas manifestaciones ya programadas de antemano no van a conseguir nada? Salvo ver el descontento de la gente y sumar apoyos, claro está.
No, no hay duda alguna que la libertad no es un derecho concedido a los de abajo, a las clases populares. El campesino y el proletario deben ejercer una lucha intransigente, categórica y sin vacilaciones de ninguna índole contra su eterno enemigo, el capitalismo y la burguesía. No existirá jamás una libertad para el pueblo hasta que este conquiste el poder mediante los pocos mecanismos que el capitalismo agonizante le deje. Aunque mucho me temo, me gustaría que el mecanismo fuera plantar amapolas y rosas por el campo, no lo es. Poco a poco se irá mostrando a más gente que el único camino a la libertad, a la conquista de los derechos del pueblo, y aún más allá, al gobierno del pueblo, tan sólo podrá venir acompañado de la lucha que se dirija, como ya decía un gran revolucionario, hasta la victoria siempre. A pesar de que ese camino sea el más duro, es el único que la burguesía nos deja.