viernes, 31 de agosto de 2012

El futuro de nuestros niños

 Llevo muchos días reflexionando sobre lo mismo. Incluso mientras estaba postrado en la cama del hospital. Es una idea que siempre he tenido en la cabeza, desde mi infancia, y que no se ha disipado en ningún momento, más bien, conforme pasaban los días, los meses y los años, esa idea se ha ido intensificando hasta obligarme a escribirla hoy. ¿De qué se trata? Se trata de los niños. Esas criaturas que algún día se deberían convertir en grandes hombres y mujeres. 
  “¿Qué será de ellos?” me llevo repitiendo durante meses y meses. 

 Me gustaría que todos los que ahora me estén leyendo, parasen un momento para reflexionar, y mirasen a su alrededor. Me gustaría que analizasen el mundo en el que vivimos. El capitalismo es un virus que está devorándolo todo. Personas y animales, océanos y bosques. El mundo entero se retuerce agonizante. En todos los océanos hay inmensas islas flotantes de basura que viajan alrededor de todo el mar dejando un rastro de deshechos que acaba con la vida de numerosas aves y especies marinas. La mitad de los bosques y selvas del mundo ya han desaparecido, gracias a la tala abusiva y descontrolada que nos ofrece el capital. Miles de especies de todo el mundo en peligro de extinción por la caza abusiva, por la reducción de sus hábitats, y el cambio climático. 

  ¿Con que cara les diremos a nuestros pequeños que en menos de 80 años nos hemos cargado lo que la naturaleza tardó miles de millones de años en crear? 

 Y no es tan sólo eso. Como dije, el capitalismo también devora a las personas. El egoísmo campa a sus anchas infectando a los más pequeños y a los más ancianos. Ya casi nadie mira por el bien común, sino por el bien individual, y no dudan en pisar al semejante para llegar “más alto”. Parece que muy lejos quedó aquella camaradería de los trabajadores que creaban cooperativas por iniciativa propia, y que repartían los beneficios entre todos, buscando el enriquecimiento de la sociedad, y no el individual. 

 Los niños de hoy en día asisten a un espectáculo grotesco en el que (en el mejor de los casos) sus padres les intentan inculcar la solidaridad y la empatía, y la sociedad entera les corrige, obligándoles a ser egoístas, individualistas, y sobre cualquier cosa, nihilistas, gracias a la televisión. 

 Si acaso hay una llama de esperanza para las generaciones venideras, esa es la lucha por el socialismo. Está más que demostrado que el capitalismo es el origen de todos y si no, la enorme e inmensa mayoría de los problemas de la humanidad. El hambre y las enfermedades que azotan los países del “tercer” mundo tienen su origen en la economía. La “crisis” que atraviesan los países del “primer” mundo y que hace que muchos padres no coman, para que sus hijos e hijas tengan algo con lo que llenar el estómago. O esas madres solteras que trabajan 18 horas al día para que sus hijos puedan vestirse e ir al colegio a estudiar. El capitalismo es el culpable de todos estos problemas, y si queremos darles un mejor futuro del que nos han dado a nosotros, será mejor atajar el problema de raíz, y dar un giro de 180º en el rumbo del planeta entero. 
Al menos yo no me quedaré de brazos cruzados para que mis hijos, cuando los tenga, me digan “Oye, papá, ¿por qué el mundo está así?” Y tener que decirle que no hice nada para solucionarlo. 

 Desde aquí lanzo mi apoyo a todas aquellas personas de cualquier rincón del mundo que sufren las calamidades del capitalismo. Especialmente a los niños y niñas, cuyos llantos me inspiraron a escribir esta reflexión.

1 comentario:

  1. Bueno ya sabes que soy yo, Yuli jaja.Bravo cariño mío, sabes de sobra que apoyo lo que dices, y que sufro tanto como tú al ver estas cosas, como van desapareciendo los bosques por intereses propios y como, cada vez más rapido desaparecen especies y hay más niños y familias pasándolo mal. Te quiero mucho, sigue escribiendo más artículos y los leeré encantada, hacía tiempo que no te veía escribir.

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