domingo, 12 de febrero de 2012

No me da la gana

Siempre me ha rondado por la cabeza nuestro legado. El legado que nos han dejado nuestros padres, nuestros abuelos, y demás familiares. Nos toca vivir un momento histórico sin igual. Vivimos en la época más dura para la humanidad. Sí, no estoy exagerando, lo digo completeamente en serio y ahora veréis por qué.

Vivimos en un mundo sin esperanzas de cambio, la gente sólo aspira a ganar dinero y subir su propio nivel de vida sin pensar ni un solo momento en los que le rodean, creo recordar que avaricia y egoísmo llaman a eso. Nos han dejado un mundo que agoniza, asfixiado por los gases de efecto invernadero. Quemado, mutilado, extirpado por nuestro consumismo imparable.Vivimos también en un mundo donde casi la mitad de sus habitantes mueren de hambre, y como si esto ya fuera poco, la gente lo toma como algo de lo más normal, sin importancia, autojustificándose en muchísimos casos, en la legendaria frase: "no podemos hacer nada por ellos, el mundo es así de duro".Pues déjenme decirles que a mi no me da la gana dejar que esto siga así.

Me duele pensar que quizás tenga que explicarle a mi hijo por qué tengo que trabajar catorce horas, o que por que se tiene que quedar a cuidar a su hermana en casa en lugar de ir a estudiar como los niños ricos. O explicarle la razón de por qué, en el peor de los casos,  por qué no existe ningún bosque en pie, ningún valle, ningún río, o para los más catastrofistas, por qué no se puede salir a la superficie.

No pienso permitir que mis hijos, cuando los tenga (si este mundo agonizante sobrevive hasta entonces) vean un mundo como el que yo veo hoy en día. No quiero que tengan la sensación de impotencia que experimento cada vez que veo al capitalismo campar a sus anchas y lavarse las manos ensangrentadas con el agua de la democracia. No me da la gana  que sufran como yo, al pensar en cuántos que sienten como yo, que aman como yo, que miran como yo, que trabajan como yo, que viven como yo no pueden ejercer su derecho a la vida, su derecho a la existencia, el derecho más inviolable de todos, porque una pandilla de multimillonarios deciden explotar los recursos de su país. No quiero que sientan la amargura de pensar en cuántas personas  habrán dado sus vidas por cambiar el mundo, y casi parece que en vano. No me sale de los cojones permitir que esto siga así. Porque no y punto.

No quiero que se hagan la misma pregunta que yo. ¿por qué mis padres me han dejado este mundo tan destrozado?
Y como la única opción para que eso no ocurra es luchar contra el capitalismo, que enferma, que mata, que mutila el planeta. Que se denomina democracia a pesar de los cientos de millones que ha dejado a su paso. Les prometo desde aquí a mis futuros hijos, da igual cuándo los tenga, que lucharé por dejarles un mundo mejor. A ellos y a todos los seres humanos posibles.

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